Escrito por: Mapi Gil

Después de recuperar mi contacto conmigo, me fecundé, y el resultado fue el nacimiento alborotado de un placer, en todo diferente de lo que llaman placer.

Clarice Lispector

 

En el lugar del no tiempo…

 

¡Querido mío…!

Con la llama del alma avivada, una estimulante corriente   me recorre como el remanso en el que te sumerge la explosión del orgasmo, placida, disfruto vivirte en eterno presente.

En la cueva de mis entrañas, subieron y bajaron tus mareas, ese lugar donde me susurraste tu mensaje como oráculo de los tiempos más fecundos de mi vida.

¿Recuerdas aquella consulta médica, que inició nuestro inseparable camino?

-¿Cuándo tienes vacaciones? Debes operarte lo antes posible.

Dijo el especialista, apenas salir de la sala de examen.

Un diagnóstico anunciado, sin explicación alguna, y cuya solución resonó en mis oídos, como una sentencia sin derecho a ser apelada.

¡Es una enfermedad que debe ser atacada con urgencia!!! Pensé, mientras mi corazón cabalgaba aceleradamente.

Nos fuimos a casa, tú, silencioso, como era habitual, yo, con el punzante miedo a perderte…

De pronto, en aquella noche de contemplación de confusos pensamientos, comenzaste a expresarte desde dentro, bajito, suave, reflexivo…

-Y siiiii… Investigamos!!!

Inmediatamente el insomnio dio paso a la magia del conocimiento…

Es historia que consultamos tres opiniones, las dos primeras inclinadas a la intervención radical y la tercera, la voz de aquel medico con alma, que parecía alineado con nuestros deseos:

-Necesitas explicaciones, alternativas – Dijo en tono cercano y comprensivo.

Además, nos expresó claramente, que era necesaria la intervención, en un tiempo prudencial pues no existía riesgo de vida o muerte, era electiva.

Antes de la intervención, veintiún ciclos lunares, fueron testigos de encuentros contigo y conmigo misma, a niveles de intimidad nunca antes experimentados.

Sentí tu insondable presencia, comencé a entender tu lenguaje, tu generosidad y entrega, me mostraste noblemente que hay momentos donde, aunque cuides y protejas, luego, necesitas soltar y dejar ir, me mostraste tu fuente de creatividad y lo que ocurre cuando abortas tus sueños.

-Acepto que hay momentos que no soy autosuficiente- Así, manifestaste tu necesidad de apoyo antes de la intervención.

Aunque comprometidos en acompañarnos, me sentía libre, pues   a tu lado reforcé mis capacidades individuales para enfrentar dificultades.

Llegó el día elegido…

La intervención fue exitosa… ¡te quedaste conmigo!

Después de que aquel alquimista, minuciosamente retirara 16 miomas, tejidos amorfos de sentimientos no expresados, de sueños, anhelos y proyectos no gestados…

Te transformaste así, en tierra fértil para albergar, cuidar y desarrollar nuevas semillas.

Te honro, Útero mío, por regalarme la experiencia de vida y el placer de acompañar a otras mujeres:

A conocer la fuente de salud, poder y creatividad que representas,

A comprender las creencias que nos llevan a pronunciar frases como:

“Para que lo quiero, si ya tuve hijos”, “que me saquen eso, así no menstruo más, me ahorro molestias y dinero”

A reflexionar sobre la histerectomía, que ciertamente en algunos casos determina la calidad de vida de una mujer, o la diferencia entre vivir o morir, pero cuantas pueden evitarse, basta investigar, conocer alternativas y riesgos, y escuchar amorosamente el mensaje que trae la enfermedad.

A mi Útero, gestante, intenso, amante, tolerante, flexible, protector y nutricio…

A mi entrañable compañero…

 porque dentro de ti, me fecundé…