Escrito por Mapi Gil

 

Ante sus ojos, imágenes borrosas, su corazón desbocado a punto de salir corriendo…

El día anterior había elegido un conjunto de falda pantalón y camisa azul, sus sandalias preferidas, las que se trenzaban en los tobillos, como una forma de representar bien el “rol”, para el que, sin querer, fue elegida.

Fabiola era una joven de 13 años, reservada,  muy estudiosa, de pocos amigos, de esas que pueden ser rechazadas por “buena chica”.

Era miércoles,   había faltado el martes, sorpresivamente fue  recibida en clase con gritos y aplausos, -Llegó nuestra reina-, escuchó entre silbidos,  no entendía nada, pero había sido elegida como la Reina del curso y debía asistir el viernes a el acto para elegir a la Reina de Carnaval del Instituto.

Fabiola esta ahora sobre el escenario, como la candidata del curso 2do. A.

-Me siento expuesta, perdida, como con una máscara asfixiante, para colmo sin mis ridículos anteojos, una “reina” no puede usarlos…

-Me siento traicionada por mis amigos- expresa con tristeza.

-No sé cómo pude aceptar ese “papelón”

-¡Odio el carnavalllll…!

Así, dramatizando en presente aquel momento, a partir del rechazo a la celebración del “carnaval”, comenzó un camino transformador en Psicoterapia, Fabiola recordaba esta vivencia como traumática, una burla de sus compañeros y amigos y una demostración de su supuesta y estigmatizante “timidez”, cabe destacar que independientemente de cuál fue la motivación real de sus compañeros de curso para elegirla, lo importante en este caso, es como fue interpretado y vivido por la consultante.

Durante este trabajo psicoterapéutico, emergieron a mi memoria los conceptos de Introversión y Extraversión propuestos por C.G Jung en su teoría sobre los Tipos Psicológicos, como una pincelada de esta profunda perspectiva, podemos decir que la diferencia entre introversión y extraversión está  en el foco de atención  y fuente de desarrollo de la persona: el mundo interior o el exterior, considerando además, que aunque en una persona predomine un tipo, también podemos encontrar potencialidades del otro. Esta aproximación contribuyó a la comprensión de las emociones de aquel momento, del cómo influyo en la vida de Fabiola y como resignificar su trauma.

Como parte de su proceso terapéutico, trabajamos la diferencia entre timidez e introversión, fue transformador darse cuenta y asumir la introversión, como “forma de ser”, que no es lo mismo que la timidez, identificada como “temor a ser”, implicando para quienes la viven,  profundos sentimientos de inadecuación y por lo tanto, miedo a  situaciones donde la persona se pueda sentir expuesta, juzgada, rechazada.  Hacer consciente la  “introversión”,  le permitió a la consultante ir integrando aspectos antes rechazados de su propia naturaleza psíquica: Se aceptaba reservada, sensible, comprometida, reflexiva,  buena amiga y compañera, comunicativa en su pequeño universo particular, amante de la soledad como fuente de disfrute y aprendizajes, destacando que esta preferencia, no le impedía disfrutar del compartir con su círculo cercano, también fue importante hacer conscientes las limitaciones  de este aspecto de su personalidad;  cierto aislamiento,  dificultad para expresar sus opiniones y/o emociones,   la resistencia a los cambios,  efectivamente habían áreas de su vida limitadas y que requerían  cultivar su capacidad de  extroversión.

A diferencia de la persona introvertida, la extrovertida tiende a ser más expresiva, comunicativa, desenvuelta, con tendencia a un tipo de liderazgo, se adapta con mayor facilidad a los cambios, con un amplio circulo social, pero también puede ser superficial, inestable, insegura, dependiente e impulsiva.

Permanecer radicalizado en los extremos, introvertido-extrovertido puede indicar patologías como la fobia social o la manía, sin embargo, manifestar una tendencia o la otra en la estructura de la personalidad no es positivo ni negativo, son formas válidas de relacionarse con el mundo interno y externo, lo importante es que nos reconozcamos como seres únicos, con luz y sombra propia, responsables de nuestra vida y los cambios que necesitamos a lo largo de ella.

Al identificar los estereotipos, falsas y limitadoras creencias, una serie de introyectos sociales que atribuyen el éxito a todo nivel,  solo a las personas extrovertidas, Fabiola,  ha podido resignificar  su “reinado”, despojarse de la máscara de la “tímida”, mirar amorosamente a la chica adolescente de aquel momento y comprender que ser una persona introvertida  no implica ser inadecuada, conociéndose más  a sí misma,  ha  elegido asertivamente que “roles” quiere representar en su vida y que puede utilizar los “anteojos” necesarios para mirar con claridad con quién y cómo le agrada socializar,   en qué tipo de grupos o actividades se siente cómoda, además experimentar moverse en el eje introversión-extraversión, respetando su esencia,  le ha permitido conocer e integrar nuevas facetas de su personalidad, hacer cambios, asumir riesgos,  superando limitaciones y miedos.

-Ahora soy la “Reina de mi vida”, muchas veces colorida y alegre como el Carnaval.

Dijo Fabiola sonriendo…