Escrito por: Félix Piñerúa Monasterio
¡P s i c o n e u r o i n m u n o l o g í a!… tan largo es el nombre como su recorrido para concebirlo, para establecer este recorrido primero tenemos que remontarnos a la antigua Grecia donde el dios de la medicina Asclepio o Esculapio para los romanos, era el dios de la medicina y la curación, hijo del dios Apolo y de Coronis, fue educado por el centauro Quirón, quien le enseño las artes curativas, especialmente el uso de las plantas medicinales. Asclepeion era el templo curativo donde se acudía a restablecer la salud, por cierto, este es el nombre de nuestro Centro o si prefieren, nuestro templo. Descendiente directo de Asclepio, Hipócrates (460 – 370 a.C.), considerado el padre de la medicina, por darle la connotación de una disciplina separada de otros campos con los cuales se la había asociado tradicionalmente, como es el caso de la teúrgia y la filosofía. Consideraba que alma y cuerpo eran una unidad y que se enfermaba si se rompía el equilibrio natural y su terapia consistía en reestablecer este equilibrio.
Aunque hoy es Turquía, Pérgamo, era parte de Grecia, donde nació Galeno (129-161), quien desarrollo su vida como médico en el Imperio Romano, sus puntos de vista dominaron la medicina europea a lo largo de más de mil años en campos como la anatomía, la fisiología, la patología, la farmacología y la neurología.
Para Galeno, los espíritus se agrupan en tres tipos, correspondientes a los tres tipos de alma (pneuma), entendiendo por alma, psyché, el principio del movimiento y de los cambios en los seres vivos.
Con Galeno se da una ruptura con la concepción unificada de cuerpo y alma, así nos habla de un pneuma natural, con sede en el hígado, correspondiente al alma concupiscible. Responsable de las diversas funciones o facultades (dynámeis) de los órganos del abdomen. Por otra parte, está el pneuma vital, localizado en el tórax, cuyo órgano fundamental es el corazón e incluye los pulmones. Es al alma irascible, de la que son propias las virtudes o facultades (dynámeis) vitales. Responsable de las virtudes y operaciones que mantienen la vida: la respiración, el latido cardíaco y el pulso. También en el tórax habría virtudes psíquicas: las llamadas virtudes irascibles, como lo serían la ira, la audacia y su opuesto el temor, o la esperanza y la desesperación y por último está el pneuma animal, con sede en el cerebro, y cuyas virtudes y operaciones más complejas, de carácter mental, serían las características del ser humano. Corresponde al alma racional. Hay además virtudes intermedias, centrales u ordenadoras, que tienen lugar en el sistema nervioso central, como la imaginación, la razón y la memoria.
Esta fragmentación de mente y cuerpo, viene a hacerse más notoria con el francés Rene Descartes (1596-1650), quien otorgó a la razón la condición de fuente principal de conocimiento y seguro criterio de verdad, consideraba que en la razón humana conviven las ideas innatas, independientes de la experiencia. De esta forma determinó que los principios lógicos y matemáticos fundamentales del método son principios innatos, independientes de la experiencia, estableciéndose una relación dual que le lleva a afirmar la existencia del mundo material, pero defendiendo un determinismo: todos los procesos responden a causas necesarias, y un mecanicismo: los procesos físicos se explican por causas antecedentes y no por causas finales. Así, propone también un dualismo antropológico, pues considera que el ser humano no se reduce a su cuerpo, a la sustancia extensa, es también sustancia pensante, mente. En este paradigma se entiende la dinámica del conjunto a partir de sus partes.
Muchos años después Georg Groddeck (1866-1934) al igual que Sigmund Freud (1856-1939) fueron los primeros en vincular los trastornos psíquicos y los somáticos y en esta dinámica dar a los somáticos una significación en función de los psíquicos. Esta vinculación, olvidada desde Hipócrates, contribuyo a la medicina antropológica de Heidelberg, quienes consideran que no enferman los órganos sino la totalidad del organismo.
Con Karl Ludwig von Bertalanffy (1901-1972) quien considera que las propiedades de los sistemas no pueden describirse significativamente en términos de sus elementos separados. La comprensión de los sistemas sólo ocurre cuando se estudian globalmente, involucrando todas las interdependencias de sus partes. Así la plasticidad y flexibilidad de los sistemas vivientes, está controlado por sus relaciones dinámicas y no por estructuras mecánicas, dando origen a los principios de autoorganización, cuyos dos principales fenómenos dinámicos son la autorrenovación, entendida como la capacidad de los sistemas vivientes de renovar y recuperar continuamente sus componentes conservando la integridad de su estructura general, y la autotrascendencia, como la capacidad de superar de manera creativa los límites físicos y mentales en los procesos de aprendizaje, desarrollo y evolución.
Un paso más adelante hacia la concepción de la psiconeuroinmunología (PNI) es el dado por Ilya Progogine (1917-2003), quien sostiene que ante el permanente flujo de interacciones de los sistemas abiertos están expuestos a continuas perturbaciones y se ven exigidos a poner en marcha procesos que llevan a recuperar un nuevo estado de equilibrio dinámico e inestable. Y si nos detenemos a pensar, esta reacción ante el cambio del ambiente que producen una reacción y una vuelta a un nuevo estado de equilibrio u homeostasis, que es en definitiva la definición de eutrés. Y no se puede hablar de PNI sin hablar de estrés, respuesta ante un estímulo que activa el eje Hipotálamo Pituitario Adrenal (HPA), pero esto se desarrollaría más adelante.
Ya con los aportes de un marco conceptual integrador y autorregulado George Solomon (1931-2001) proporcionó evidencia experimental directa de que en presencia de estrés en roedores se producía una reducción de anticuerpos, también demostró que las experiencias en la etapa infantil podrían afectar a la vida adulta en ratas por la respuesta mediada por anticuerpos, así Solomon junto a Rudolf Moss acuñó en 1964 el término psicoinmunología.
No pasaría mucho tiempo cuando en 1975 el psicólogo Robert Ader y el inmunólogo Nicholas Cohen acuñan el término psiconeuroinmunología, al demostrar que al producirse una señal aversiva a través del sistema nervioso (el gusto) condicionaba las respuestas del sistema inmune (SI). Siguiendo esta misma línea en 1977 H. Besedovsky y E. Sorkin observaron que la activación inmune (estimulación antígeno) desencadena una conducta inmunológica del eje HPA, demostrando con ello la relación existente entre cerebro y sistema inmunológico. Pocos años después, en 1985, J. E. Blalock, descubrió un circuito bidireccional entre el sistema inmune y el sistema endocrino (SE). Dicho circuito operaría a través de péptidos comunes. Así el SI actuaría como una especie de sensor que operaría en respuesta a estímulos no cognitivos, comunicándose con el SE mediante señales de linfocitos a través de hormonas inmunorreactivas, provocando a su vez una modificación de la homeostasis corporal, ya aquí estaríamos hablando de Psiconeuroinmunoendocrinologia, ¡este sí que es largo…!, la cosa sigue, solo que lo trataremos en próximos artículos.