Escrito por: Félix Piñerúa Monasterio

Actualmente y gracias a los avances de las neurociencias, la depresión ya no solo debería ser concebida como un trastorno que arraiga solo en el cerebro, pues existen evidencias que demuestran múltiples causas. Así tenemos que los niveles altos de inflamación incrementan considerablemente el riesgo de padecerla, y, cuanto más altos más grave es la depresión, de hecho, la depresión severa suele ir acompañada de síntomas gastrointestinales.

Nuestra microbiota intestinal no solo controla la producción de sustancias químicas inflamatorias que intervienen en la salud mental, sino que controlan también nuestra capacidad de absorber ciertos nutrientes, como el aceite poliinsaturado Omega-3, y produce vitaminas fundamentales para la salud como las pertenecientes al complejo B (B5 ácido pantoténico, B7 biotina, B9 ácido fólico, B12 cobalamina) y la vitamina K. Específicamente el Omega-3 EPA, promueve una respuesta antiinflamatoria a nivel vascular, mientras que a nivel cerebral mejora la neurotransmisión por la acción de la dopamina, melatonina y serotonina. Mejora la calidad del sueño y el descanso nocturno (mediado por dopamina y serotonina), mejora el bienestar emocional y previene la depresión al incrementar los niveles de serotonina.

El triptófano, precursor de la serotonina, es regulado estrictamente por las bacterias intestinales, específicamente la Bifidobacterium infantis, que realiza la tarea de facilitar el triptófano.

Las citocinas y los lipopolisacáridos (LPS) pueden inducir síntomas de depresión. Los LPS no solo hacen más permeable el intestino, sino que son capaces de cruzar la barrera hematoencefálica y permitir así que las sustancias químicas inflamatorias bombardeen el cerebro. Al respecto, una dieta con alto contenido en grasas puede dar lugar a una microbiota intestinal proinflamatoria.

Estos metabolitos generados por la microbiota proinflamatoria pueden modificar tanto la integridad como la permeabilidad de los enterocitos, desencadenando la liberación de citoquinas proinflamatorias como factor de necrosis tumoral α y la interleukina-1β. Estas citoquinas, a su vez, son capaces de alterar la integridad de las uniones entre las células epiteliales, modificando así la permeabilidad del epitelio colónico. Por ello, uno de los factores más importantes para la prevención de los trastornos metabólicos, es prevenir un incremento en la permeabilidad del intestino grueso.

La depresión es bastante más común en personas con trastornos inflamatorios o autoinmunes como el síndrome de colon irritable, síndrome de fatiga crónica, fibromialgia, resistencia a la insulina y obesidad. Todos estos trastornos se caracterizan por niveles elevados de inflamación como de permeabilidad intestinal.

La fructosa incrementa un 40% la cantidad de LPS que circula en sangre, mientras el cacao, café y la cúrcuma (la curcumina de la cúrcuma es antiinflamatorio natural más potente que existe), tienen el efecto de disminuir la depresión al ayudar a equilibrar el microbioma.

Hay mayores niveles de depresión entre quienes tienen colesterol bajo. Asimismo, quienes toman medicamentos para disminuir el colesterol (estatinas) pueden deprimirse aún más. Esta relación esta igualmente documentada en el caso del trastorno bipolar.

Como podemos notar, la depresión y su carácter sistémico, es una afección que requiere ser tratada en equipo, y así lo considera la Psiconeuroinmunología, donde las relaciones transdisciplinarias son cada vez más importantes y necesarias en la búsqueda del bienestar de la persona consultante.