Escrito por: Mapi Gil

“Feminismo y feminidad no se excluyen mutuamente. Es misógino sugerir lo contrario. Por desgracia, las mujeres han aprendido a avergonzarse y disculparse de los intereses que tradicionalmente se consideran femeninos, cuentos como la moda y el maquillaje. Pero nuestra sociedad no espera que los hombres se avergüencen de los intereses que tradicionalmente se consideran masculinos: los coches deportivos, ciertos deportes profesionales. De igual modo, el cuidado personal masculino no despierta las mismas sospechas que el femenino: a un hombre bien vestido no le preocupa que, por el hecho de vestir elegante, se deriven determinadas presunciones sobre su inteligencia, capacidad o seriedad. Una mujer, por otro lado, siempre es consciente de cómo un pintalabios llamativo o un conjunto de ropa meditado puede inducir a que la consideren frívola.”

Chimamanda Ngozi Adichie

Siguiendo las palabras Chimamanda Ngozi A., referente feminista contemporánea, las mujeres debemos y podemos defender nuestra identidad y derechos como mujeres, sin que esto implique seguir los mandatos de género,  negar o avergonzarnos de nuestra  naturaleza, de nuestros ciclos naturales (menstruación, embarazo, climaterio), de nuestras necesidades y deseos individuales, incluida nuestra apariencia personal.

El feminismo ha sido un movimiento social muy importante en la lucha por la igualdad de género y los derechos de las mujeres. Sin embargo, a veces se ha planteado el interrogante de si ser feminista implica renunciar o negar la feminidad. En este artículo, exploraremos esta pregunta y examinaremos cómo el feminismo y la feminidad pueden coexistir y complementarse mutuamente, desafiando los estereotipos y roles impuestos históricamente  y promoviendo una visión más inclusiva y empoderadora de la mujer.

Deconstruyendo estereotipos y resignificando la feminidad:

Históricamente, la feminidad se ha definido en términos de características y roles tradicionalmente asociados con las mujeres, como el maternaje, los cuidados, la delicadeza, la ternura o la sumisión. Sin embargo, el feminismo ha cuestionado y desafiado estos estereotipos restrictivos, defendiendo la idea de que la feminidad es diversa y personal, y no debe ser impuesta por la sociedad.

Empoderamiento y elección personal:

El feminismo busca empoderar a las mujeres y promover la igualdad de oportunidades en todos los aspectos de la vida. Ser feminista implica defender el derecho de las mujeres a elegir su propio camino, ya sea en el ámbito profesional, personal o en la expresión de su feminidad. Reconoce que cada mujer es única y tiene derecho a definir su propia identidad y expresión de género.

Resignificando la diversidad de la feminidad:

Ser feminista no implica negar la feminidad, sino más bien redefinirla y celebrar su diversidad. Las mujeres pueden ser feministas y abrazar aspectos considerados tradicionalmente femeninos, como el cuidado, la conexión emocional o el estilo de vestimenta. El feminismo promueve la idea de que no hay una forma «correcta» de ser mujer, y que todas las expresiones de feminidad son válidas.

Construyendo alianzas y solidaridad:

El feminismo busca construir alianzas y solidaridad entre mujeres de diferentes identidades y experiencias. Reconoce que las opresiones de género pueden manifestarse de manera diferente según la nacionalidad, la  raza, la clase social, la orientación sexual u otras características individuales. Al promover la inclusión y la igualdad para todas las mujeres, el feminismo fomenta un sentido de comunidad y sororidad que trasciende las limitaciones impuestas por los roles de género.

Conclusión:

El feminismo no excluye la feminidad, sino que desafía los estereotipos y roles tradicionales y promueve una visión más amplia, integradora y empoderadora de lo que significa ser mujer. No podemos hablar de autoestima si no existe reconocimiento, aceptación y cuidado de nuestro cuerpo y mente con sus particularidades.  Desde esta perspectiva, ser feminista además de luchar por los derechos e igualdad de oportunidades,  implica abrazar la diversidad de la feminidad y reconocer el derecho de cada mujer a definir su propia identidad y expresión de género. Uno de los grandes logros de la integración de feminismo y feminidad son las investigaciones que demuestran y demandan la necesidad  de la medicina con perspectiva de género, una visión que parte de las características propias del cuerpo y la psique femenina para identificar los sesgos que históricamente han influido el diagnóstico y tratamiento de enfermedades cuyos signos y síntomas  se manifiestan de forma diferente entre hombres y mujeres, como es el caso de las enfermedades cardiovasculares, tema en el que profundizaremos en un próximo artículo.