Escrito por: Félix Piñerúa Monasterio

Con su permiso les voy a compartir una peculiaridad mía, y esto me retrotrae a él Herbario Ovalles, en la Facultad de Farmacia de la Universidad Central de Venezuela cuando mi maestro y amigo el Dr. Sthepen Tillett, me preguntaba ¡Félix! ¿Por qué estas descalzo? Y yo le respondía -es que necesito pensar-, aun puedo ver su sonrisa y escuchar sus carcajadas como si fuera hoy. Y si, por alguna extraña razón necesito estar descalzo para pensar, esto lo saben todos mis pacientes presenciales, y si bien esta conexión entre los pies y el funcionamiento del cerebro aún no está demostrada, sí está demostrado el eje microbiota-intestino-cerebro.

Antes de hablar de este eje microbiota-intestino-cerebro, conozcamos un poco al sistema nervioso entérico (SNE), que se encuentra a lo largo de todo el tracto gastrointestinal y es considerado una tercera subdivisión del sistema nervioso autónomo, pues este último se subdivide clásicamente en dos, el sistema nervioso simpático y el parasimpático. Con capacidad de operación autónoma, también está comunicado con el sistema nervioso central (SNC) a través de los ya mencionados sistemas simpático y parasimpático. Estos envían información eferente o motora al intestino, al mismo tiempo que éste envía información aferente o sensitiva, incluye además interneuronas, de modo que este complejo puede actuar como centro integrador de señales en ausencia de input del SNC y llevar a cabo actos reflejos.

El SNE está organizado en dos plexos principales, el Plexo submucoso o Plexo de Meissner, que es una red continua desde el esófago hasta el esfínter anal externo localizada en la submucosa. Se encarga de la regulación de la secreción de hormonas, enzimas y todo tipo de sustancia secretada por las diferentes glándulas que se encuentran a lo largo del tubo digestivo. Presenta pocas neuronas, y el Plexo mientérico o de Auerbach, que se encuentra entre las capas musculares circular y longitudinal del intestino; se encuentran menos en el esófago y estómago; pero se encuentran abundantemente en el intestino y escasos al final del canal anal. Es el encargado de los movimientos intrínsecos gastrointestinales.

Estos plexos del intestino, tienen conexiones además con plexos análogos de la vesícula, del páncreas e incluso ganglios de la cadena simpática para-aórtica.

Posee además células glías por lo que este sistema regula funciones como secreción de enzimas, secreción de hormonas, regulación del sistema inmune, regulación de la barrera intestinal y la motilidad.

El SNE comanda como va a actuar el sistema inmunitario puesto que las células glías ante cualquier pequeño estimulo van a reaccionar de forma exagerada generando más manifestaciones clínicas no solo en el aparato digestivo, sino en otros órganos como el cerebro. De manera tal que cuando hay una sobre activación de las células glías perdemos la regulación de la barrera induciendo inflamación y perdemos la integridad de la barrera intestinal.

Ya introducido, grosso modo, el SNE diremos que el eje microbiota-intestino-cerebro está formado por la microbiota, el sistema nervioso entérico, el sistema nervioso autónomo, el sistema neuroendocrino, el sistema neuroinmune y el sistema nervioso central. Este complejo eje conforma un sistema de comunicación neurohormonal bidireccional. Y esto lo podemos observar cuando alteraciones de la microbiota (disbiosis) inciden en enfermedades como encefalopatía hepática, ansiedad, autismo o el colon irritable. Y esta disbiosis altera las células neuroendocrinas y las del sistema inmune, modificando la liberación de neurotransmisores, lo que se podría traducir en las diferentes manifestaciones psiquiátricas. Por lo que se va aclarando la comunicación entre las tripas y el cerebro, al ver que la microbiota afecta al comportamiento y, a su vez, alteraciones en el funcionamiento cerebral produce cambios en la microbiota.

Por último, diremos que existen dos caminos de comunicación entre cerebro y sistema gastrointestinal, una directa neural, a través del nervio Vago (par craneal X) y, otra sistémica, a través del eje HPA, citoquinas, metabolitos microbianos y hormonas del tracto digestivo.